Si hablamos de acción, podemos hablar de energía y así relacionarnos desde este aspecto primario antes de pasar a relacionarnos con otras cuestiones artísticas, la acción libera nuestro pulso interno y hace que se exprese creativamente, creando un puente de unión entre lo aparentemente interno y lo externo.
La Expresión que no es juzgada de antemano se abre camino, así como cuando desplegamos sin reserva los colores elegidos por el lienzo, arrastramos, expandimos, o concentramos nuestras sensaciones, nuestros movimientos. Entonces el artista mediante su acción provoca una huella que queda registrada y que inmediatamente nos inspira, nos habla de nuevos caminos y nos toca vitalmente. El instinto del movimiento nace cuando le dejamos espacio, mediante esta confianza en la acción podemos ver los efectos de nuestra energía sobre la obra.