Lo que ofrece esta posibilidad es la de poder colocarnos y sentir la apertura, el influjo necesario cada vez, en cada ocasión que nos ponemos a pintar y no sabemos por dónde ir, o si sabemos por donde vamos ya no nos satisface porque nos colocamos en la repetición de los mismos esquemas formales y conocidos. Uno puede muy bien saber pintar o dibujar, pero eso no significa que esté creando. La creación da lugar a Transformaciones constantes, a movimientos y sensibilidades nuevas, a sorpresas y cambios en la percepción del que crea, y por otro lado es necesario un lugar estable y vibrante, una presencia despierta, desde dónde se va a acoger y estimular el advenimiento creativo.
ZEN
El Zen tiene su origen en la India, hace unos dos mil quinientos años, en la época de Buda (el Buda Sakyamuni). Por aquella época estaba muy extendido el yoga como medio de realización y se practicaba de muy diversos modos, teniendo en cuenta los aspectos físicos, energéticos, emocionales y mentales como medio de reconciliación con nuestro espíritu. El Zen partió del budismo, pero no es ni una filosofía ni una religión. Se basa en el conocimiento de uno mismo. Podríamos decir en el conocimiento esencial de uno mismo, inaugurando un presente disuelto y concentrado a la vez. Igualmente receptivo y creativo, llevando a la plenitud al individuo y potenciando sus capacidades.
Tiene en cuenta los diferentes aspectos que conducen a la persona a una cohesión con su ser íntimo. La base práctica del Zen consiste en la actitud despierta para poder participar en el presente desde nuestra esencia, dejando de lado los estereotipos, volviéndolo una vía de encuentro y conexión.
El Zen no representa sólo una forma de vida placentera o de cierta quietud donde lo caótico del mundo y las situaciones conflictivas desaparecen por los modelos zen u otros similares, sino que representa un elemento de visión y fuerza que nos lleva a afrontar las situaciones desde uno mismo. El zen es la flecha que atraviesa las formas.
Vinculado al arte, nos hace reconocer los principios esenciales y fluir de una manera sencilla, así como llevar el alma a nuestras creaciones, a nuestras pinturas, es decir dotarlas de vida y vibración, sin partir obligatoriamente de técnicas impuestas, sino más bien descubriendo los modos de expresarnos. Desde este punto de vista la técnica no es otra cosa que sensibilidad despierta, una capacidad de investigar con los recursos artísticos naturales, los colores, las formas y vibraciones, los paisajes internos. Ver, sentir, implicarse en el proceso, dejando que se desvele, olvidándonos de la imitación o la producción que no venga de la satisfacción y paradójicamente anunciando un camino más imaginativo y personal para el individuo.
http://www.arteduna.com/pz.html
ZEN
El Zen tiene su origen en la India, hace unos dos mil quinientos años, en la época de Buda (el Buda Sakyamuni). Por aquella época estaba muy extendido el yoga como medio de realización y se practicaba de muy diversos modos, teniendo en cuenta los aspectos físicos, energéticos, emocionales y mentales como medio de reconciliación con nuestro espíritu. El Zen partió del budismo, pero no es ni una filosofía ni una religión. Se basa en el conocimiento de uno mismo. Podríamos decir en el conocimiento esencial de uno mismo, inaugurando un presente disuelto y concentrado a la vez. Igualmente receptivo y creativo, llevando a la plenitud al individuo y potenciando sus capacidades.
Tiene en cuenta los diferentes aspectos que conducen a la persona a una cohesión con su ser íntimo. La base práctica del Zen consiste en la actitud despierta para poder participar en el presente desde nuestra esencia, dejando de lado los estereotipos, volviéndolo una vía de encuentro y conexión.
El Zen no representa sólo una forma de vida placentera o de cierta quietud donde lo caótico del mundo y las situaciones conflictivas desaparecen por los modelos zen u otros similares, sino que representa un elemento de visión y fuerza que nos lleva a afrontar las situaciones desde uno mismo. El zen es la flecha que atraviesa las formas.
Vinculado al arte, nos hace reconocer los principios esenciales y fluir de una manera sencilla, así como llevar el alma a nuestras creaciones, a nuestras pinturas, es decir dotarlas de vida y vibración, sin partir obligatoriamente de técnicas impuestas, sino más bien descubriendo los modos de expresarnos. Desde este punto de vista la técnica no es otra cosa que sensibilidad despierta, una capacidad de investigar con los recursos artísticos naturales, los colores, las formas y vibraciones, los paisajes internos. Ver, sentir, implicarse en el proceso, dejando que se desvele, olvidándonos de la imitación o la producción que no venga de la satisfacción y paradójicamente anunciando un camino más imaginativo y personal para el individuo.